domingo, 13 de abril de 2008

«Ser san Pablo vivo hoy. Una Congregación que se lanza hacia adelante»

¿Os acordáis? Bueno, los paulinos y otros miembros de la Familia Paulina, seguramente sí que se acuerdan. Fue el lema del VIII Capítulo General, todavía estamos bajo su estela, pues no se ha celebrado uno nuevo. Y, cómo es la Providencia, que en este contexto el Papa anuncia el Año Paulino, todo un año dedicado al apóstol san Pablo. Por eso creo de total actualidad la explicación que en aquel momento y contexto se hizo de dicho lema.


El VIII Capítulo General se coloca en la estela de los Capítulos anteriores. Tiene como punto de referencia a Pablo, modelo de creyente, de apóstol y de santo. Es portador de esperanza, de renovación y de nuevo ardor apostólico. Las tres primeras jornadas del Capítulo nos ayudarán a reflexionar en profundidad sobre nuestro ser paulino hoy, a partir de Pablo y de Alberione.

El tema del VIII Capítulo General es al mismo tiempo bíblico y carismático. Es bíblico porque toma como punto de referencia uno de los personajes más importantes del Nuevo Testamento, el apóstol Pablo. Es carismático porque hace cincuenta años el P. Santiago Alberione lo propuso a toda la Familia Paulina con estas palabras: "La Familia Paulina debe ser san Pablo vivo hoy, según la mente del Maestro Divino, operante bajo la mirada y con la gracia de María Reina de los Apóstoles" (San Paolo, julio-agosto de 1954, p. 2).

UN TEMA CARISMÁTICO

Al comienzo del tercer milenio, nuestra Congregación hace suya esta herencia bíblico-carismática y siente la urgencia de ser "una Congregación que se lanza adelante" para proseguir en la fidelidad a san Pablo y al carisma paulino. Ya en la introducción al "Cuaderno de 1918", el Fundador así se refería a san Pablo: "El Señor nos ha hecho una gracia grande al darnos a san Pablo como Padre, maestro, modelo, amigo, protector. Él es un milagro de vida, un prodigio de celo (apostólico), un héroe en toda virtud. Él fue convertido por un favor extraordinario, él ha trabajado más que todos los demás apóstoles, él ha iluminado al mundo con el resplandor de su doctrina y de sus ejemplos. En el paraíso san Pablo goza de una gloria particular, proporcionada a sus grandes méritos. Desde allí él protege, bendice, reza por sus devotos; y sus súplicas son tan poderosas, en proporción al cariño que le ha tenido Jesús. Amadlo mucho; oradle mucho; leed con gusto su vida; meditad sus cartas, tratad de imitar sus excelsas virtudes. Recordad, en especial, que él es gran protector de la buena prensa y que uno de los mejores obsequios que se le pueden hacer a este santo, es el de trabajar en este vasto y santo apostolado".

Cuarenta años después de su nacimiento, la Congregación era estimulada por el P. Alberione para "ser san Pablo vivo hoy"; cincuenta años después, el VIII Capítulo General retoma este objetivo, abriéndolo a la reflexión sobre a nuestro "hoy" y sus desafíos. En todo esto tenemos la responsabilidad de ser creativos y dinámicos como una Congregación que "se lanza adelante".

El P. Alberione, en circunstancias y tiempos nuevos, supo hacer suyo el hoy de Pablo, o sea, realizó la hermenéutica para ser san Pablo vivo al comienzo del siglo XX. Nuestra Congregación está llamada a lanzarse adelante y a ser san Pablo vivo hoy al comienzo de un nuevo siglo.

Por lo tanto, somos estimulados a "ser". Esto verbo procede del latín (esse), y de él se forma la palabra "esencia", conjunto de atributos para conseguir que algo sea lo que es. En el lenguaje filosófico, esencia es lo que constituye la médula de un ente, su naturaleza. Con esto se quiere afirmar que "ser san Pablo vivo hoy" es la esencia del ser Paulino y, según las palabras del Fundador, la esencia de toda la Familia Paulina. En otras palabras, si a un Paulino le faltase el imperativo de "ser san Pablo vivo hoy", automáticamente deja de ser Paulino, no es lo que debería ser, ha perdido la esencia.

UN TEMA BÍBLICO

El mismo apóstol Pablo nos lo demanda. Varias veces, en sus cartas, pide ser imitado o ser como él: "Os suplico, por tanto, que os hagáis mis imitadores" (1Cor 4,16). En la misma carta, además de la petición ya expresada, añade "como yo lo soy de Cristo" (11,1), y así establece una cadena ininterrumpida que comienza en Jesucristo, pasa por Pablo y continúa en los corintios y en nosotros. En una de sus primeras cartas, hace entender a los tesalonicenses que deben imitarlo siguiendo aquello que le han visto hacer personalmente, es decir, trabajar con las propias manos, sin reclamar por ello los privilegios procedentes del hecho de ser fundador de la comunidad y apóstol: "Bien sabéis lo que debéis hacer para imitarnos, porque no vivimos entre vosotros sin trabajar... y no porque no tuviéramos derecho, sino porque queríamos daros un ejemplo que imitar" (2Tes 3,7.9).

Pablo ha vivido, ha predicado el evangelio y ha muerto en los seis primeros decenios de la era cristiana. Ser como él, ser sus imitadores, era algo limitado a su tiempo y al espacio de una cultura específica. Acogiéndolo en su tiempo, en su "hoy", sus imitadores auténticos están abiertos a la gracia de Dios, transformando su "hoy" en un tiempo favorable, un kairós de salvación, como afirma el mismo Pablo: "Siendo, pues, colaboradores, os exhortamos a no recibir en vano la gracia de Dios. Porque él dice: ‘En el tiempo propicio te escuché y en el día de la salvación te ayudé’. ¡Ahora es el momento favorable, ahora es el día de la salvación!" (2Cor 6,1-2).

El tema del VIII Capítulo General es optimista, desafiante y lleno de esperanza. No propone un "desmontaje" sino una construcción. No pido mirar atrás sino adelante, donde están el futuro y la esperanza.

La esperanza y el dinamismo propuestos en el tema del VIII Capítulo General se manifiestan sobretodo en el subtítulo: "Una Congregación que se lanza adelante". La frase está tomada de la carta a los Filipenses (3,13) y, como título de un libro, subrayo el 40o aniversario de nuestra fundación. El título de este libro conmemorativo fue sugerido por el Fundador. De hecho, decía, esta frase expresa el auténtico sentido de la vida paulina.

Filipenses 3 es fundamental para entender el dinamismo de Pablo como cristiano. Él comienza hablando de su condición en el judaísmo. Como judío y, además, como fariseo, podía jactarse de su condición superior en parangón con los otros (Gál 1,14). Él había alcanzado el más alto grado de estima y consideración pretendido por todo fariseo, la irreprensibilidad en el cumplimiento escrupuloso de los 613 mandamientos (los de la Torá escrita y los de la Torá oral farisaica): "en cuanto a la justicia que viene del cumplimiento de la ley, irreprensible" (Flp 3,6).

Como fariseo irreprensible, Pablo creía no tener nada más que hacer. Se consideraba perfecto y dispuesto a la recompensa que Dios le habría dado como premio por su irreprensibilidad. Sin embargo, como cristiano, lo que constituía el punto de llegada resulta pérdida total y punto de partida para una nueva empresa. Vale la pena examinar Flp 3,7-14 y poner atención a las palabras referentes al campo económico (ganancia/ganar x pérdida/perder) para comprender el cambio radical acontecido en la vida de Pablo. Como cristiano, reconoce que su pasado como fariseo irreprensible fue una pérdida total, y por eso se siente en la obligación de recomenzar todo de nuevo. Nunca más como fariseo ni con el bagaje de la visión farisaica que mira a Dios, el mundo y las personas.

Así aparece una figura nueva, diferente del fariseo que contempla satisfecho su condición de irreprensibilidad: es la imagen del atleta, que mira adelante, que apunta a la meta, que corre para alcanzar el premio (se nota, en oposición al "status farisaico", el lenguaje típico del atletismo: premio, conquistar, alcanzar, lanzarse hacia el futuro, meta, etc.). Como fariseo irreprensible, Pablo había alcanzado la perfección, y no debía hacer otra cosa que esperar para que seguidamente Dios lo premiase con la recompensa. Dicho con otras palabras, un Dios hecho a la medida farisaica. Como cristiano, Pablo siente que Jesucristo lo ha alcanzado y corre adelante. Y Pablo no tiene otra salida que correr para alcanzar a aquel que lo precede. Digámoslo con sus palabras: un cristiano llamado a llegar "al estado del hombre perfecto a la medida que conviene a la plena madurez de Cristo" (Ef 4,13). Como fariseo, Pablo vivía en el fisismo, mirando al pasado; como cristiano, es dinamismo puro, auténtico atleta que corre para conseguir el premio que se encuentra adelante: "No quiero decir con esto que ya haya conquistado el premio o haya llegado a la perfección; solo me esfuerzo en correr por conquistarlo, porque también yo fui conquistado por Cristo Jesús. Hermanos, yo no creo haberla alcanzado ya; de una cosa me ocupo: olvidando lo que queda atrás, me lanzo hacia el futuro, corro hacia la meta para alcanzar el premio que Dios nos invita a recibir arriba, en Cristo Jesús" (Flp 3,12-14).

Nuestra Congregación vive un tiempo histórico único -que debe llegar a ser un momento favorable (kairós)- y se encuentra en una encrucijada. Tenemos delante el camino de la resignación de Qohélet: "Lo que fue, eso mismo será; y lo que se hizo, eso mismo se hará; no hay nada nuevo bajo el sol. Si hay una cosa de la que dicen: ‘Mira, esto es una novedad’, esa cosa existió ya en los siglos que nos precedieron" (Qohélet 1,9-10); o bien el camino de la novedad de quien dice y hace como Pablo y Alberione: "Me lanzo adelante". Es necesario elegir para hacer de nuestro tiempo un kairós, un tiempo favorable y de gracia.

RE-INTERPRETACIÓN Y VIDA

Dos milenios después del nacimiento de Pablo, el VIII Capítulo General nos propone como lema "ser san Pablo vivo hoy", o sea, ser y hacer lo que él haría si viviese hoy, al comienzo del tercer milenio. Por lo tanto, tenemos la misión de percibir nuestro "hoy" y hacerlo un tiempo propicio, el kairós de la salvación, como hubiese hecho Pablo si estuviese vivo hoy. Estas dos palabras -vivo y hoy- son un desafío y una meta para nosotros. Ningún hoy es como ayer, y si pretendemos ser fieles al Fundador que deseaba hacer algo bueno por los hombres del siglo XX, debemos permanecer atentos a los reclamos y características del hoy de nuestra historia. Infidelidad o indiferencia al hoy significa infidelidad o indiferencia a Pablo, a Alberione, al carisma, a nuestro específico camino de santificación. Por otra parte, Jesús mismo nos enseña que debemos estar atentos al hoy (Lc 4,21). Sin la debida atención al "hoy", lo más que podemos conseguir de Pablo será expresarlo o mostrarlo inadecuado al tiempo actual.

Deber nuestro es tener coraje y creatividad, atreverse y estar iluminados para entender hacia donde caminarían los pasos de Pablo si volviese al mundo. La mayor dificultad radica en hacer una hermenéutica de calidad. Resulta sencillo descubrir a Pablo en su tiempo, en su cultura, etc. Pero es difícil percibir a Pablo aquí y ahora, en nuestro hoy y en nuestra cultura, esto es, hacer la hermenéutica de Pablo para nuestros tiempos. Para alcanzar esta finalidad hay que tener el coraje de liberarnos, si fuera preciso, de la pesante capa llamada "tradición". Si nosotros no hacemos la hermenéutica, ¿quién la hará por nosotros? Lo sabemos todos, la supervivencia de la Congregación depende de esta hermenéutica.

No hay comentarios: