lunes, 11 de febrero de 2008

Jóvenes y Vida Consagrada V

Como todos vosotros sabéis, mi dedicación a los medios de comunicación tiene su razón de ser en el carisma propio de mi Congregación, que se realiza en la evangelización con y desde los medios de comunicación social y de la cultura de la comunicación. Pero, existen otros muchos modos de evangelizar y de llevar la Palabra de Dios a la sociedad contemporánea. Además creo que la vida consagrada es una de las grandes desconocidas de nuestro tiempo. Estas razones son las que me han llevado a publicar en el blog una serie de testimonios, recogidos por un hermano de mi Congregación, Mario Herrera. Con ellos, el Equipo de Pastoral y Formación de la Sociedad de San Pablo pretendemos dar a conocer a todos aquellos que accedais al blog algunos de los carismas presentes en la Iglesia y cómo lo están viviendo jóvenes de nuestro tiempo. Estos testimonios esperamos sirvan para un mayor conocimiento de la vida religiosa y su razón de ser dentro de la Iglesia.



Un reto de cara al futuro en manos de las nuevas generaciones



Experiencia de vida
de cinco jóvenes
que se han atrevido
a decir: "Sí".















Por: Cl. Mario Herrera Ramírez, SSP

La vida religiosa consagrada va cambiando de perspectiva y tiene que hacerlo, pues aún cuando la secularización de las sociedades europeas no deja ver esta opción como una expectativa de vida ni como una opción que permite la realización total de la persona, todavía existimos jóvenes que consideramos el servicio a los demás de vida como la razón de nuestro ser y nuestro existir.

El ser que vive y goza de la cultura del bien vivir, sin aceptar ningún tipo de compromiso que pueda llevarlo a pensar en el otro, corre el peligro de caer en el egoísmo y en la insatisfacción. En este momento histórico, el que un joven piense en dedicar su vida entera a pensar en otras personas y no sólo en sí mismo, puede sonar a disparate, puede pensarse, ¿por qué no el voluntariado? Compromiso por un tiempo y luego, ¡hala, a casa! Cuando no se piensa de esa manera, es porque la exigencia de Dios es mayor, Dios cuanto más nos da, más nos pide, pero nos pide, no para él, sino para los demás.



Tal parece que el modelo de la vida moderna y de bienestar no consigue traer consigo el tan anhelado y preciado bien llamado felicidad. Yo creo que todo joven y todo ser humano en general, busca darle sentido a su vida. Cada quien va en la búsqueda de su plena realización, de esta manera intenta trascender su ser de persona, pero… ¿puede alcanzarse tal plenitud en este estilo de vida, la Consagración Religiosa? Aquí tenemos algunos testimonios de jóvenes religiosos que han sabido ver en la Vida Religiosa Consagrada, la acción de Dios en sus vidas, dentro de la búsqueda de trascendencia, pero sobre todo, son personas que consideran que el hacer feliz a los demás, los llena y plenifica de manera totalmente libre y llena de caridad hacia el otro, en una opción de amor.


Como religioso paulino, he querido reunir a jóvenes de diferentes carismas y congregaciones, para que cada uno pueda hablarnos de lo que para él significa, la Vida Religiosa Consagrada.



Alejandro

En este momento histórico, agrupaciones tan antiquísimas e importantes dentro de la Iglesia como lo es la compañía de Jesús, quien vive un momento de transición de gran importancia, también tiene algo que compartirnos, y lo hace con la voz de quien me atrevo a calificar de, poeta, Alejandro Labajos, un joven venido de tierras sureñas que él mismo nos describe con su particular estilo, un tanto filosófico, un tanto poética… en fin, descúbranlo ustedes mismos.


- Somos seres únicos, personas originales e irremplazables, somos caminantes arribados desde muy diversos paisajes y situaciones. Todos, sin embargo, somos convocados a la misma mesa, unificados por el deseo infinito de buscar a Dios y disfrutar de su Reino.


Vengo de una tierra llana, donde se pintan los horizontes sin apenas montañas, verdes las encinas y el sol claro a mediodía. Vuelvo a mis paisajes infantiles, donde la luz era clara y los atardeceres dilatados. Regreso a aquellas sencillas noches en que mis padres me iniciaron con mis hermanos en la oración para confiar el sueño a Dios. Contemplo también aquella tarde, aún niño, en que el Señor me miro compasivo y me hizo gustar su presencia. Desde entonces hasta hoy, nunca he podido dudar de su acompañamiento tierno y cariñoso.


Vinieron los años de escuela, las trastadas y juegos del pueblo, la ternura de la abuela y la misa dominical, los complejos años de la adolescencia y también los primeros amores. También descubrí personas sin paisaje ni memoria. Llegó por casualidad la música y la llamada a cantar con mi vida el Evangelio.


Así me nació la vocación, hecha de vida cotidiana y claridad. Entré en la Compañía de Jesús con apenas 19 años, tierno y sin malear. Siempre acompañado. Me encontré con otros. Nos llamó el Señor también en una tarde y nos hizo compañeros: débiles peregrinos con la mirada puesta en Dios cada día. Cada uno con su paisaje y su atardecer, y un corazón amplio para hacer lugar al Dios encontrado en tantos hermanos y hermanas.


Estoy hecho de testigos y caminantes que trazaron este camino antes que yo. Me sostienen los brazos, como a Moisés, Ignacio de Loyola, peregrino, amigo de Dios, compañero fiel; Frere Roger de Taizé ardiendo en su alma el deseo de comunión y misericordia; Thomas Merton, avanzando hacia Dios a través de muros de piedra; y tantos amigos que no me dejaron dormirme hasta el alba a la espera del Resucitado.


Mi vocación es memoria y agradecimiento, debilidad e indigencia, amistad y reconciliación. Miro a Jesús, siempre sorprendido por haberse fijado en mí aquel día a las cuatro de la tarde, y escucho sus palabras: “mirad los lirios del campo…, permaneced en mi amor…, haced esto en memoria mía,…”


Quiero poner su aceite en las heridas de esta tierra. Quiero que mis hermanos más pequeños estén presentes cada día en la mesa compartida, que es el lugar privilegiado que el Señor Jesús les dio. Quiero que escuchen alguna melodía que refresque su vida y su memoria. Quiero que todos compartamos la común llamada de Cristo a la Vida.


Ante los que lloran el fin de la vida religiosa, los que han sepultado sus voces porque ya no se nos escucha, los que se lamentan ante un horizonte oscuro, a los que dicen que todo está perdido, ¿cómo explicar la esperanza en la vida religiosa? Les presento las historias de mis compañeros jesuitas, de tantos amigos religiosos, las de los pequeños de la tierra que nos cruzamos en el camino; también esta vida mía sencilla y vulnerable, amada y amasada por Dios con cuidado, animada a buscarle en todas las cosas.


Es imposible no reconocer lo agraciados que hemos sido por Dios en medio de este paisaje de originalidad y comunión. Basta mirar atrás, es suficiente posar la mirada en el presente, para tener la certeza de que al final de la vida no habremos cantado el Evangelio en vano.


Mario

Finalmente sólo me queda decir que me llevo un buen sabor de boca, después de descubrir que no soy el único loco que sigue creyendo en la locura de la Cruz de Cristo. Soy Consagrado por amor a Cristo, soy Paulino porque el Señor me ha llamado a serlo, pero sobre todo, soy cristiano, porque he creído que Jesús se ha entregado por mí, antes de que él me llamara.


Comparto el pensamiento y el estilo de vida de estos hermanos y hermanas que han dicho “sí”, y lo han hecho dentro del carisma desde el cual podrán iluminar al mundo; unos como jesuitas, otros como redentoristas, yo como Paulino, pero todos, como Cristianos.

Agradezco sus comentarios y sugerencias:

mario@paulinos.zzn.com

No hay comentarios: